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Microrrelatos de terror
M.A. ÁLVAREZ
Microrrelatos de terror
M.A. ÁLVAREZ
Estos son microrrelatos de mi autoría, enfocados al género de terror. Se pueden leer a continuación.
Índice:
3 Microrrelatos en lugares insospechados

3 Microrrelatos de terror en la revista El Tren de la Bruja, (Nº 2, 2022).
En una mansión abandonada:
Tablero de Ouija
Mientras el frágil vaso de cristal se deslizaba hasta el primero de los caracteres del tablero de Ouija, sentía que tanto la emoción como el terror me desbordaban. Nunca, nunca, nunca había hecho esto antes. Se formularon muchas preguntas tras establecer el contacto: “¿Hay alguien ahí?” “¿Cómo te llamas?” “¿Eres un espíritu?” “¿Cuándo moriste?” “¿Cómo?”… ¡Ja! ¡Tiene gracia! Cuando estaba vivo, nadie se preocupaba por mí y ahora ellos querían saberlo todo.
En una lejana ermita:
El ser de la ermita
El estruendo del disparo resonó por todo el valle. Venía de la ermita, la cual se alzaba en solitario en mitad del mismo. El sheriff se acercó con cautela hasta el edificio. Desde la lejanía, no se apreciaba movimiento alguno.
Nosotros leímos todo lo acontecido en el periódico días después y si nos pareció espeluznante el suceso, más tuvo que sentirlo así el agente que se enfrentó a tales circunstancias. Cuando el sheriff entró en la edificación, halló una cruenta escena: un hombre en… ¿descomposición? casi desnudo devoraba a un religioso y tras él yacía, sin vida, un habitante del pueblo sosteniendo todavía una escopeta. El agente disparó varias veces hacia la criatura, pero esta, inmune, se abalanzó sobre él y le mordió ferozmente en el brazo. Por fortuna, los refuerzos no tardaron en llegar y lograron abatir a ese extraño ser, acabando con el peligro.
O eso creyeron.
El verdadero horror comenzó cuando el sheriff abandonó una vez más su despacho...
En un hotel maldito:
Macabro hospedaje
Decían que se trataba de un hotel demoníaco y me pareció que esta cualidad le propiciaba cierto encanto. Pensé que sería un falso reclamo para los turistas, uno de esos lugares en los que, por la noche, asustan a los huéspedes para hacerles creer en la presencia de fantasmas u otras criaturas que habitan en las tinieblas.
No obstante, la experiencia ha sido muy real, alarmante, perturbadora… Ojo con el eslogan que hay en la entrada: “En este hotel nadie pasa frío, ni hambre”. Y no pasa, os lo aseguro.
Por la noche, desperté, quejándome de la baja temperatura y llamé a recepción para reclamar, de paso, que no sirvieron la cena. Vino el botones y, cuando abrí la puerta, pasó a la habitación para dejar una bandeja con comida tapada sobre la mesa, la cual estaba iluminada por la tenue luz de una lamparita. Después, el empleado me cubrió los hombros con una manta y se marchó. Fue entonces cuando reparé en que aquello que me abrigaba estaba húmedo y su textura era extraña.
Fui al baño, busqué mi reflejo en el espejo y palidecí del espanto al ver que aquel supuesto “abrigo” no era otra cosa que piel humana. Me desprendí de ella al instante y salí del aseo a toda prisa. Casi tropiezo con la mesita sobre la que estaba la bandeja con la cena cubierta.
Era cierto lo que decían…
Había entrado en calor y solo imaginar lo que habría bajo el cubreplatos de metal, me había hecho perder completamente el apetito.
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